jueves, marzo 30, 2006

El impresentable de ZP

¿Qué decir que no se haya dicho ya? ¿Qué mostrar que no se haya inmortalizado ya por cámaras y fotógrafos? Sólo puedo decir que José Luis Rodríguez Zapatero es un impresentable. En todos los sentidos posibles.



No concibo una empresa en la que ante una de las decisiones más importantes de su historia el consejero delegado decida no asistir porque vaya usted a saber... ¿Estaba cansado? No entiendo cómo puede haber gente que le siga apoyando. Ni ZP ni más de la mitad del plantel de ministros; una enorme cantidad de bajas entre los diputados socialistas.

Si yo dejo de ir a trabajar porque no me da la gana como a ZP, ¿qué cree el Impresentable que me pasaría? Espero que, además de detenerle por fumar en el trabajo, el señor ministro Jordi Sevilla aplique lo que quiere aplicar y eche a ZP por vago.

Tenemos un presidente del gobierno vago e inútil.

Porque señores míos, el desprecio de Zapatero no acudiendo al Congreso de los Diputados no es meramente una afrenta a Mariano Rajoy; ni siquiera a España. Es un insulto directo a cada uno de nosotros, la ciudadanía, y a la democracia.

ZP es un cobarde y su incomparecencia sólo se añade a su larga lista de fechorías.

El Zapatuto se aprobará esta tarde después de que ZP descansara bien. Supongo que es porque es jueves y con eso de los cambios de entrar a las 8 se habrá puesto en huelga.

Y mientras el pelamanillas de Puigcercós diciendo sandeces dignas de un manicomio, afirmando que el PP ha sembrado con crispación el desarrollo de la negociación del Estatuto. Pero, pedazo de mendrugo, ¿quiénes son los que extorsionan en Cataluña? ¿Quiénes manipulan la información? ¿Quiénes son los que ocultan lo del Carmelo? ¿Quiénes los que se tapan las vergüenzas unos a otros? Si este país fuera decente, gente como tú estaría podrida en la cárcel.

Y el discurso de Rajoy (para esos que tanto le critican o ni siquiera le apoyan) ha sido magistral. Algunas perlas:

  • Por descontado, si alguno se atrevía a criticar aquel desbarajuste, se le acusaba de anticatalán, una respuesta que estaba perfectamente a la altura de la racionalidad de aquellos debates. Siempre me he preguntado cuál será el coeficiente intelectual de quienes usan tan elaboradísimos y brillantes argumentos.

  • Lo único claro en toda esta triste historia es que el principal responsable ha sido el señor Rodríguez Zapatero. El mismo que afirmó que aprobaría cualquier reforma que viniera del Parlamento de Cataluña. El mismo que dijo en el Senado que Nación era un concepto discutido y discutible. El mismo que abrió el melón del que otros se apresuraron a sacar tajada. El mismo que ofreció a CiU un modelo de financiación a sabiendas de que no podía concederlo. El mismo al que no le importó desautorizar al Presidente de la Generalitat que es de su propio partido. El mismo que cambia de aliados cuantas veces le convenga. El mismo que se toma los acuerdos tan en serio como la Nación que prometió defender.El mismo que hizo arreglos en Moncloa y no tiene la valentía y vergüenza torera de estar hoy aquí, en el debate más importante de la legislatura con el líder de la oposición.

  • Ni ustedes mismos saben qué es lo que van a aprobar, porque no lo entienden. No se lo reprocho: no hay quien lo entienda.

  • Lo han hecho todo al estilo del señor Rodríguez Zapatero: como sea.

  • Comienza por mencionar en el Preámbulo una nación que la Constitución rechaza. Sabido es que el artículo 2 de nuestra ley suprema no reconoce en España más que una nación que incluye a todos los españoles. Tanto si gusta como si no gusta, eso es lo que dice la Constitución. Según este Estatuto, Cataluña pertenecería a dos naciones, cosa difícil de digerir para cualquiera por muchos circunloquios poéticos, sentimentales o culturales que se quieran intercalar.

  • No es que yo mire al Estatuto con malos ojos. El señor Mas, por ejemplo, ha visto lo mismo que yo veo. Por eso dice que se acaba de establecer por primera vez en la historia de España que Cataluña es una nación. Es verdad. Eso es lo que dice el Estatuto. Se alega, sin razón, que el Preámbulo carece de operatividad jurídica. No es verdad. La tiene y mucha. Informa sobre el espíritu de la ley, sobre la intención del legislador, sobre la interpretación de la norma.

  • Estamos ante un acto de soberanía del Parlamento de Cataluña, reconocido por las Cortes. En efecto, estamos reconociendo de facto la existencia de un poder soberano en Cataluña.

  • ¿Conocen ustedes algún país del mundo en el que las competencias de un Estado las fije una parte del territorio?

  • Pretende ignorar que las autonomías, por ser autonomías, no son equiparables con el Estado. No cabe paridad entre la parte y el todo, entre quien autoriza y quien es autorizado.

  • Señorías, la Constitución dice (artículo 14) que todos los españoles son iguales ante la Ley. ¿Este Estatuto afirma lo contrario? Sí. Establece una ciudadanía diferenciada con distintos derechos y deberes fundamentales. ¿Va pues en contra de la normativa constitucional? Sí.

  • Sorprendentemente, este desvarío discriminatorio está apadrinado por los socialistas. ¡Les cabe el honor de haber sembrado la desigualdad entre los españoles! Para ustedes lo primero es la nación, el individuo siempre es secundario y ustedes están detrás de este planteamiento. ¡Viva el socialismo!

  • Pero la verdad es ésta: estamos en el principio del fin del Estado tal y como los españoles lo diseñaron en 1978. ¿Por qué les da miedo confesar la verdad? Temen a la verdad porque saben que en cuanto los ciudadanos descubran el pastel lo impedirán.

  • Ni siquiera es bueno para los catalanes. Ya lo he explicado muchas veces y no me voy a extender ahora. Los catalanes ni son todos nacionalistas, ni les gustan las legislaciones metomentodo, ni disfrutan cuando se constriñe su libertad, ni van a percibir ningún beneficio directo de este Estatuto, ni siquiera en el terreno económico.

  • No puede ser bueno para los ciudadanos porque lo prioritario para sus autores no es ni la libertad de la gente ni su bienestar sino imponerle el rígido ideario nacionalista y el corsé de su construcción nacional.

  • A eso debemos añadir que es injusto, discriminatorio e intervencionista.

  • Aquí no vale todo, señorías, ni el poder otorga la razón ni los votos nos autorizan para hacer lo que a uno se le antoje sin encomendarse a nadie.

  • El señor Rodríguez Zapatero no ha entendido: Primero, que el consenso es indispensable. Segundo, que el consenso no consiste en pactar esta o aquella medida. Tercero, que el consenso no consiste tampoco en que la oposición aplauda todas las ocurrencias del Gobierno.

  • Que prefiera dejar a los valencianos sin agua, a los estudiantes sin esperanza y a los jóvenes pateando la calle en zapatillas deportivas, es cosa suya. Ese era su programa y no ha engañado a nadie, salvo a los distraídos.

  • Los contenidos le importan muy poco y las consecuencias me temo que aún menos.

  • No se preocupen sus señorías que, cuando me toque, no voy a seguirles por ese camino. No pienso imitarles. Seguiré defendiendo y reclamando el acuerdo para cualquier reforma en el bloque constitucional.

  • Yo no soy un político profesional señorías. No me da igual una cosa que otra. Yo estoy aquí para defender unos principios que es preciso defender.

  • Creo en la España constitucional. Creo en una Nación de ciudadanos libres e iguales que ostentan la soberanía nacional. Creo que las leyes están hechas para ser cumplidas. Creo en la necesidad y en la fuerza del consenso. Creo que los gobiernos están para atender las demandas de los ciudadanos y no al revés. Creo en pocas cosas, señorías, pero les aseguro que en esas pocas creo con enorme firmeza.

Y ahora que alguien me diga que Rajoy es blando... Hoy muere España, pero los que creemos en ella sabemos que Mariano Rajoy no es un vendido como José Luis Rodríguez Zapatero, ese Impresentable y Cobarde.

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