Se ha celebrado con gran deleite sociata el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es decir, el día en el que se rinde homenaje a la inmensa mayoría de mujeres que en el mundo son y que, también en su inmensa mayoría, estarían gustosas de dejar ese título y poder disfrutar de la vida a las que sólo unas privilegiadas tienen acceso, es decir, que estamos deseando dejar de currar y poder tumbarnos a la bartola.
No soy yo para nada partidaria de celebrar este tipo de eventos porque creo que aumentan la discrimación (entre otras cosas, no hay día del hombre trabajador) y sí creo que sería mucho más beneficioso tomar medidas para que a las mujeres que no tenemos más remedio que trabajar dentro y fuera de nuestras casas se nos facilite esa labor, por ejemplo, con la creación de guarderías y centros educativos cercanos a los lugares de trabajo. Además, días como este facilitan e inspiran la cursilería de Rodríguez, el presidente por accidente como todos sabemos, quien nos martiriza con otra de las suyas. El señor feminista tiene como patria la libertad, la verdad, el mundo, y no sé cuantas cosas más. Lo que se complica este hombre, con lo fácil que es decir que su patria se llama España... bueno, eso no debe ser fácil para alguien tan sectario.
Por si fuera poco, nos hablan de reducir los horarios de trabajo para que los hombres colaboren con sus mujeres en las tareas domésticas y yo me pregunto ¿cómo se controla eso? ¿se les pondrá un chip con GPS para evitar la paradita previa en el bar y así escaquearse del baño y cena de los churumbeles? No estaría mal que, puestos a crear, se fundase el cuerpo de la policía justiciera de las mujeres que velara por la igualdad en el reparto de tareas (¡toma ya!). Y para rematar el día, las dichosas cuotas, una mujer no debe preocuparse porque el 40% de los puestos directivos de su empresa deben estar ocupados por personas de su mismo sexo. Se acabó el mérito y prima el sexo (no la condición sexual porque también cuentan las lesbianas, travestidos y demás).
¡Por fin alguien que vela por la igualdad! Porque eso de que estas cosas se aprenden y se consiguen con una buena educación es mucho más difícil de conseguir, con lo sencillo que es fijar un porcentaje y listos. Y a todo esto ¿por qué me opongo yo a esta parida? Sencillamente porque pretendo que me valoren por mis méritos y no por mi sexo, ya sé que así nunca formaré parte de un gobierno sociata pero es que... yo lo valgo.
Etiquetas: Reflexiones
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