jueves, noviembre 10, 2005

Montilla, Montera, Monterilla, Monterete, Mentirijilla

Ya tenemos escándalo servido. Y (oh, casualidad) de nuevo el partido socialista está involucrado en él. Y (oh, casualidad) se trata de un caso de financiación dudosa. Dejémoslo en dudosa e inmoral, en tanto que yo no soy quién para decidir si es ilegal, aunque en cualquier caso está claro que supone un claro caso de favoritismo y desigualdad entre los ciudadanos. Porque el ciudadano Montilla, en nombre de ese partido confederado al PSOE, el PSC, obtuvo un crédito de La Caixa (oh, casualidad), por un importe más que razonable (para pagar al menos un par de cenitas) y a un interés irrisorio.

Que cada uno puede hacer lo que quiera con su dinero forma parte del juego de libertades en el que creemos los liberales, pero cuando hay partidos políticos de por medio, las cosas tienen una connotación algo diferente. Se trata de cuidar la transparencia y la equidad. Porque los partidos políticos en democracia tienen la capacidad de generar leyes injustas. Y es esto un motivo evidente: la degeneración de la democracia es la corrupción, el abuso de la posición para obtener beneficios personales o partidistas, y la demagogia, el halago del pueblo por el halago. Y cuando un secretario general de un partido consigue un crédito a bajísimo interés (por debajo del coste del dinero) algo raro pasa. Algo huele a podrido en Cataluña, que diría Hamlet en versión de barretina.

Porque la entidad financiera ya sabe que ese político les debe algo. Y esa corrupción consiste en la ayuda constante a La Caixa en conseguir sus objetivos supraeconómicos. No me refiero al hecho en sí de que meramente ganen más dinero, sino que el actual Ministro de Industria, ejerciendo ya como tal, consiguió la condonación de parte de esa deuda a finales de 2004. ¿Por qué? Porque ya estaba en marcha la maquinaria de favorecer de cualquier manera los verdaderos objetivos personales de los grandes inversores que le hicieron semejante regalo. Desde el punto de vista económico, el traslado de entes públicos a Barcelona y la creación (como sea) de grandes corporaciones catalanas absorbiendo al enemigo castellano. Desde el punto de vista personal y político, la tramitación del estatuto de autonomía/independencia a cualquier precio.

Mucho se ha hablado de la OPA de Gas Natural a Endesa, pero no hay que olvidar otros casos como la adquisición del Grupo Aragonesas (con sede en Madrid) por parte de la catalana Ercros, creando la mayor empresa química española con sede en Barcelona, en otro movimiento de poderes a cargo del señor Mentirijillas y (oh, casualidad) con el apoyo inestimable de un préstamo por parte de La Caixa de varias decenas de millones de euros a una empresa prácticamente en bancarrota.

Porque resulta que el cordobés (que se pone la legalidad por montera y no por sombrero de su tierra), ahora metido a predicador del seny catalán, insiste en que ellos son transparentes. Transparentes son, pero de intenciones y de historia. Corruptos fueron, corruptos son y seguramente corruptos seguirán siendo. Porque son gente sin principios y carentes de moral.

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